Insolentemente demagógico, me debo al público. Incluidos quienes sufrieron el tormento de leer “Vírgenes” en cordobés básico hay un grupo de padres de familia defensores del buen uso del español que amenaza con enviarme nuevamente a segundo de primaria a repasar el subjuntivo.
Las decisiones son salomónicas, por ende: la versión en cordobés ya publicada se viene para aquí y se lee completa debajo; la versión original de “Vírgenes”, en español, la reemplaza en El Gemelo Malvado, en su mismo vínculo.
Yo, mientras: “mi mamá me mima, mi mamá me ama”...
Vírgenes
VERSION LIBRE EN CORDOBES BASICO
Al Chiripa el helao le gusta mucho. Y más que el helao le gusta hacése el interesante. Jueputa. Capá que esta cosa las supo siempre y endemientra se las anduvo guardando. El Chiripa é así. Hoy é tu amigo y mañana te moja la oreja. Pero hay que reconocerle que pa’l chismorreo es mandao a hacé. Y que si te canta la justa, mejor dejá el helao, secate la boca con la manga y escuchá, porque detrás hay algún quilombo que merece atención. Porque é verdadero o, mejor, porque é una buena mentira.
—Al Joaquín y al Camilo, me dijo el Emilio, el cura les prohibió ir a la procesión.
El Chiripa lo dijo con cuerpo ‘e susto. ¿Qué é cuerpo ‘e susto? Un invento del Chiripa, el más inventor del barrio. El cuerpo ‘e susto é así: abrí los ojo como el dó de oro, levantá las ceja como si Trobbiani ‘tuviera justo-justo-justisto por meté el gol del campeonato a River, levantá los hombro como si así pudierai empujá vó también la pelota. También juntái los dedo de la mano en un puñadito, como agarrando un plumerito. ‘Tonce sacudí la mano varias vece y agachái la cabeza pa’ entrá en confianza. No mucho, porque ahi el cuerpo ‘e susto se convierte en cara ‘e secreto.
No le creímo nada al Chiripa. De tanto inventá cuerpo y cara y pose y gesto capá que también inventó lo del cura. Pero él insistió.
—Losotrosdía, cuando la Mary y el Caietano, los padres del Joaquín y el Camilo fueron a la reunión de padre catequista, el cura Pedro los separó al final y se los ievó pa’ la sacristía. Media hora los tuvo. El Joaquín y el Camilo no sabían qué mierda hacé. Los dejaron esperando arriba ‘el auto y se empezaron a cagá en las patas del julepe. ‘Maginate, se hacía ‘e noche y a esa hora por el frente de la iglesia siempre pasa el Hombre Sin Cabeza.
Ufa, otra vé el Chiripa con el cuento ‘el Hombre Sin Cabeza. Y eso que ya le dijimo: el Tito no puede sé el Hombre Sin Cabeza porque tiene cabeza y ademá é más bueno que la leche Nido. Pero al Chiripa a porfiao no le vai a ganá: que sí, que el Tito é el Hombre sin Cabeza, que se pone una bolsa ‘e papel marrón en el marote y iástá, sale por las caie a asustá a las vieja y los pendejo. Claro, dice el Chiripa, cuando vó tené más de ocho año, que es la edá en que dejá de sé pelotudo, no le creéi nada y lo perseguí para sacarlo carpiendo a patada en el orto. Pero los pendejito de siete pa’ abajo se la comen completa y mientras haiga uno que se la crea, listo el poio y pelada la gaína: el Hombre Sin Cabeza esiste y é el Tito Cartussi, el sobrino ‘e la Tita.
No hay caso discutí, así que lo dejamo terminá pa’ que volviera a lo importante. Resulta que la Mary y el Caietano tardaron una hora entera en salí de hablá con el padre Pedro. Cuando iegaron al auto, el Joaquín iá se había meao del cagazo de que anduviera el Tito con la bolsa ‘e cartón. El Camilo ‘taba controlao. El problema fue que, cuando el Caietano abrió la puerta el maricón del otro, no aguantó má y se pegó un grito del carajo y el Camilo, chau, meao también.
El Chiripa quiso ponele má picante:
—El viejo lo hubiera fajao ahi nomá porque le mancharon los asiento del Fía pero en cambio se las dejó pasá porque...
—Ahhhh, caiáte, criminal, iá estái exagerando —lo interrumpió el Sordo Pére—. ¿Qué decí, Chiripa? Que los va a perdoná si los caga a pedo todo el tiempo el Caietano... Dejá ‘e mentí.
—No, te juro —insistió el Chiripa, poniendo cara ‘e jurar, que se hacía escupiendo en el piso y dándole un beso a los dedo mientra hacíai una crú—. La que sí ‘taba caliente era la madre, pero el padre se subió al Fía cagao ‘e la risa. Denserio, me lo dijo el Camilo, y mirá que el Camilo no miente porque lo tienen penao, ah.
Ma’ sí, le volvimo a creé pa’ que siga. Resulta que el padre Pedro andaba recontra enculao con el Camilo y el Joaquín por dó cosa. Primero, porque se hacían los loco en el Colegio de la Irmaculeada. Como los dó van a lescuela a la mañana, a eso de las dó se paran al frente ‘e la entrada del colegio de las mina con una revista porno, y como las monja no andan cerca porque ‘tán organizando la izada ‘e la bandera, estos dó se las muestran a las chica.
—Y a las pendeja les encanta —dijo al final el Chiripa, poniendo cara ‘e diablo, que no era una cara sino un gesto: dó dedo en circulito y el índice ‘e la otra mano haciendo como los tubo de las bomba diagua, meta y ponga, pa’ dentro y pa’ juera.
Ahí nos entusiasmamo y nos enteramo que los dó hermano, que eran unos meyízo tranquilo cuando estaban los grande adelante pero se desataban cuando se metían con la banda, ya le habían dao beso a dó pendejita de dié año de la Irmaculeada y se habían desnudao con otras do má. Cuando el Chiripa contó esto, el Joaquín y el Camilo se volvieron diuna nuestros ídolo, pero cuando dijo que hasta se habían tocao ahi, casi como que no le creímo por eso de que exagera. Pero ‘tonce contó que el Camilo se lo había dicho jurando con la señal ‘e la crú y y entonce, sí, lo dó hermanito Maggia fueron como dó Súperman.
Pensá un poquito: el Joaquín y el Camilo veían mina desnuda en las revista y se besaban y se ponían en bola con las pendeja. Eran como unos campione de la concha ‘e la lora hasta para el Chiripa, que era medio envidioso y, pa’ no quedase atrá, decía que él también hacía esas cosa. Pero, otra vé, nosotro no le creíamo demasiao porque, además de inventar cara y gesto y eso, nos enseñó también a ver cuándo alguien nos metía el perro. Y nosotros sabíamos que si el Chiripa decía que no estaba envidioso iba a hacé la cara del pistola que se ríe y dice que los demás son sus amigo y que él no tiene envidia de los amigo. Y eso fue lo que hizo, y hasta se puso colorao y todo, así que no le funcionó.
—Las monja le contaron todo al padre Pedro porque una de las pendeja le dijo a una amiga lo que hacían con el Joaquín y el Camilo y esta otra era remaricona y lo chivatió todito —dijo despué y puso la cara ‘e no hay que confiá en las minitas, que nada más era bajar las ceja como enojao y hacé como un puchero mientras movíai los dedo en puñadito, como el Tano Parlanti cada vé que dice “ma’ ché”.
‘Tonce nos contó la segunda cosa por la que estaba recaliente el cura. “Resulta —dijo poniendo cara ‘e interesante: abriendo los ojos como dó papa— que parece que dicen que vieron al Joaquín y al Emilio espiando a la Virgen”.
—¿Qué virgen? —preguntamo nosotro, todo así, como intrigao.
—¿Cómo que qué Virgen, boludo? La Virgen.
—Ah, la Virgen —lo dijo tan convencido que supimo que hablaba de la Virgen.
—Esa. Bueno, parece que el cura había ido a dá una clase al Colegio de la Irmaculeada sobre el rispecto en la iglesia y todo eso y les dijo a las minita que una muestra de rispecto era que todo se arrodiyaran ante la Virgen. Y no pasa que va una de las pendeja que el Joaquín y el Camilo se ponían en bola y le cuenta a estos dos: que la Virgen esto y que la Virgen aqueio y que la rodiya así y que la rodiya asá. ¿Y qué se le ocurre a estos dó pelotudazo? —dice el Chiripa poniendo cara de intriga, o sea, mirándono a cada uno con los ojo del dó de oro otra vé— Arrodiyase.
No entendimo: ¿qué quilombo había con arrodiyarse delante ‘e la Virgen? El Chiripa lo aclaró enseguidita: El Joaquín y el Camilo, que despué de que las minita del Irmaculeada entraban a clase se quedaban requetecontra liero, se juntaban con unos del primer año de la secundaria del Nacional, que les daban plata para que los dejaran ver las porno. Y estos huevudo fueron los que empezaron con que la Natalia, la Gorda Lorena, la Chasi Cuccardi, la Gaby, la Sabrina Vecchio y la colorada Crown, toda... ¡tenían tetita!
“¡Tetita!”, festejamo todo, porque las tetita iá nos empezaban a iamá la atención, y andabamo tan entusiasmao midiendo con la mano como araña el tamaño perfeto que nos tardamo un rato en darno cuenta que el Zurdo Taborda nos quería hacé caiá: ¿Qué tenía que vé eso con la Virgen?, porque no tenía nada que ver de verdá.
El Chiripa puso cara ‘e sabérsela toda: achicó los ojito casi como chino y levantó y movió la cabeza de lado a lado, como esos muñequito que tienen un cogote ‘e resorte, o como la Mirta Legrán cuando dice no-no-nó.
—Ustede no son más boludo porque no entrenan —se calentó—: las mina, cuando les salen limone, se vuelven todas vírgene.
Ahí caímo: nosotro también habíamo escuchao eso en el gimnasio de la escuela cuando los de secundaria hablaban de cosas de eio. Qué ortiba. ‘Tonce el Chiripa terminó el cuento: sabiendo esto, el Joaquín y el Camilo se fueron el domingo siguiente a misa y cada vé que vieron a una de estas pendeja, se le arrodiyaron al frente. Y lo mismo cuando aparecía la Virgen de verdá, la del Rosario. Y los hijo ‘e puta, porque si hacen eso son unos
hijo ‘e puta, ni se reían: lo hacían requete denserio.
Cuando el cura los pescó y supo en qué carajo andaban se los ievó colgando ‘e la oreja pa’ la sacristía y le echó iave. A esto dó no les calentó, dijo el Chiripa con cara de iegar al final del cuento, que era echándose pa’ atrá y cruzando los brazo en el pecho: el Camilo se había ievao una revista porno abajo ‘el pantalón. La tenía rodeándole la caniya sostenida con una media.
—Cuando el cura los dejó, esto dó ‘taban chocho: ¿qué lugar más silencioso y tranquilo que una sacristía pa’ mirá revista porno y toquetease un rato?
Despué el Padre Pedro iamó a los padre. Al Caietano le importó un carajo y se aguantó la risa cuando el cura le contaba lo de las arrodiyadas delante ‘e las vírgene. Pero a la madre sí le caió mal, porque el Cura dijo que le iba a prohibí a los hijo que fueran a la procesión tré años por bandido. Y le dijo que podía sé má jodido porque también andaba con gana de suspenderlo a los dó de ser acólito el año entero porque, dijo, sabía que andaban en algo raro con las nena de la Irmaculeada.
—Pa’ una mamá catequista como la Mary que no le dejen a los hijo aiudá en la misa por hacerse los chistoso es rejodido, ¿mentendé? —dijo el Chiripa, rascándose la cabeza, sin hacé ninguna cara—. Pero si iá no los dejan í a la procesión debe ser, qué seió, como si le vierai lo calzone a una Virgen.
Todos ‘tuvimo de acuerdo, meno el Chano Sánchez.
—¿Virgen Virgen o virgen virgen?